Una noche, los árboles del bosque decidieron que era hora de arrancar de raíz y marcharse.
Arrancaron sus raíces y se arrastraron por los campos. De camino a la escuela, Goran pronto se dio cuenta de lo que estaba pasando…
Todos los árboles habían desaparecido dejando grandes agujeros allí donde solían estar. Desconcertado, Goran corrió a casa para ver si el árbol de su jardín también se había marchado.
Amaba ese árbol, solía ser su amigo durante la primavera cuando se colgaba de sus ramas, y también en verano cuando sus hojas lo protegían del calor del sol.
Cuando comprendió realmente las consecuencias que este desastre conllevaría para los animales, los seres humanos y el medio ambiente, no dudó ni un segundo y se puso en marcha para contrarrestar el daño que ya se había hecho.
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